Con la cercanía de las elecciones, la política nacional entra en ebullición y los gobernantes, dirigentes y referentes de los distintos sectores y partidos no se molestan en disimular sus mezquindades, mostrando la cara más abyecta e incisiva en las internas de cada coalición aspirante a llegar a la presidencia.

En el caso de Juntos por el Cambio, la pelea entre el sector “duro” de Patricia Bullrich y los “moderados” de Horacio Rodríguez Larreta sumó un capítulo novelesco con el intento de sumar a Juan Schiaretti a la coalición.

Y mientras los pesos pesados no tardaron en alinearse de un lado o del otro, la ex gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, quien luego de resignar su candidatura presidencial quedo al costado de todas las peleas, intentó poner paños fríos y dar el ejemplo al no contribuir al altercado.

Lo curioso fue la forma en la que “Mariu” describió su rol, apelando a una metáfora futbolera: “Algunas veces te toca ser (Lione) Messi, otras veces te toca ser el Dibu Martínez y otras veces te toca repartir agua”, dijo. O en otras palabras, admitió que ya no corta ni pincha dentro de Juntos por el Cambio.

“El 14 de agosto vamos a estar todos en el mismo lugar. Vamos a acompañar a quien gane la PASO. La competencia real no es contra nosotros, es contra el modelo que fracasó. No es que no tenga preferencias entre Patricia u Horacio, pero no las hice públicas en pos de defender la unidad, que salvemos diferencias. Esa es mi prioridad”, afirmó Vidal, queriendo quedar bien con Dios y con el Diablo al mismo tiempo.

Según la ex gobernadora, ahora relegada a “aguatera” de la alianza, los problemas de Juntos por el Cambio no  están  “en el qué sino en el cómo”. Y explicó que “Para Patricia, la oferta de JxC tiene que ser nítida y Horacio plantea que el gobierno tiene que ser más amplio. Más allá de a quién se incorpore, la discusión va por ahí”.

En fin, el tiempo sigue corriendo, las PASO están cada vez más cerca, y en Juntos por el Cambio todavía no logran llegar a una acuerdo sobre quiénes están adentro y quienes quedan fuera. Quizás lo único que los salva del desastre es que desde el otro lado de La Grieta, en el Frente de Todos, la interna no es menos feróz ni intensa.