El presidente Javier Milei decidió que la motosierra puede esperar: esta semana, la herramienta de moda en Casa Rosada es la chequera. Después de bloquear la ley que ordenaba la distribución de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN), el libertario giró 12500 millones de pesos en transferencias “por emergencias” a sus gobernadores amigos.
Chaco se llevó 2500 millones de pesos por sequía, Entre Ríos y Santa Fe embolsaron 3 mil millones de pesos cada una para tapar agujeros fiscales y Misiones, la mejor paga del grupo, recibió 4 mil millones de pesos por emergencia hídrica.
El timing no podría ser más transparente: en 48 horas el Congreso vota los vetos presidenciales al financiamiento universitario, a la ley de reparto automático de ATN y a la Emergencia Pediátrica.
Milei sabe que no le dan los números y apuesta a que estos gestos ablanden a los gobernadores y tornen dóciles a sus diputados. Es el viejo truco de la política criolla: repartir plata antes de una votación. Solo que esta vez lo hace quien prometía terminar con la “casta”.
Pero el operativo seducción no viene garantizado. Los gobernadores de Provincias Unidas ya olieron la jugada y planean mostrarse unidos, incluso después de que el mandatario de Chubut Nacho Torres se ausentara de la última cumbre tras recibir promesas de Luis Caputo para refinanciar deuda y arreglar la Ruta 40.
“Si nos rompen con un ATN, nunca tuvimos nada”, advierten desde el entorno del gobernador de Córdoba Martín Llaryora, dejando claro que no se van a dejar partir tan fácil.
El ministro del Interior, Lisandro Catalán, jura que los giros son “pendientes” y que no hay nada que ver con el Congreso, pero la realidad es que el Gobierno está en modo desesperado: el miércoles Diputados podría rechazar los vetos a universidades y Garrahan, y el jueves el Senado podría ponerle fin a la discrecionalidad con la que hoy la Rosada reparte estos fondos.
Sería un golpe directo al corazón de la estrategia mileísta, que hace equilibrio entre el dogma anti-gasto y la billetera para sostener poder.