Política
Ambición sin freno

Kicillof quiere elecciones a su medida y deja un PJ en ruinas

El gobernador se desentiende del peronismo, acelera el desdoblamiento y apuesta a una jugada egoísta para quedarse con todo el poder bonaerense.
El gobernador se desentiende del peronismo, acelera el desdoblamiento y apuesta a una jugada egoísta para quedarse con todo el poder bonaerense.

En una movida que promete sacudir el tablero político, Axel Kicillof avanza sin frenos hacia el desdoblamiento de las elecciones en la provincia de Buenos Aires. En La Plata ya lo dan por hecho, y el operativo clamor para despegarse de la estrategia nacional no solo está en marcha: está a punto de explotar. El gobernador, lejos de buscar consensos, acelera la ruptura con el PJ tradicional y apunta todos sus cañones a una jugada personalísima que pone en jaque la unidad peronista.

Con el Partido Justicialista bonaerense al borde del colapso, las internas se profundizan y el fuego cruzado ya no se disimula. Las señales de distanciamiento con el massismo son cada vez más burdas y evidentes, y desde el entorno de Kicillof no hacen esfuerzo alguno por disimular la tensión: si hay que romper, se rompe. Todo indica que el gobernador quiere ser el único patrón del conurbano, dinamitando puentes con el kirchnerismo residual, el PJ institucional y los intendentes que no comulgan con su línea dura.

El operativo "Axel 2025" se cocina a fuego fuerte en la cocina chica del poder bonaerense. Ya se habla de elecciones adelantadas en agosto, sin importar el costo político ni el desconcierto que pueda generar entre aliados y adversarios. En el Instituto Patria ya no lo bancan como antes, y los guiños al Movimiento Evita son leídos como provocaciones directas. Lo mismo ocurre con la creciente sintonía entre Kicillof y sectores gremiales que se alejan de la CGT tradicional.

Mientras tanto, el PJ se desangra. El congreso partidario que encabezó Máximo Kirchner fue más una cumbre del fracaso que un intento serio de reorganización. La ausencia de Kicillof fue un gesto calculado: no está dispuesto a subordinarse a un partido que considera anacrónico, burocrático y funcional a su competencia interna. Para el gobernador, el peronismo como lo conocimos ya fue. Él se ve como el único capaz de encarnar un nuevo sujeto político bonaerense, más ideologizado, más vertical y sin contaminaciones de la rosca pejotista.

La decisión está casi tomada y el mensaje es claro: el que no se alinea, queda afuera. Axel no va a esperar a nadie. Su juego es de ruptura total, sin redes, sin herencias, sin favores que pagar. En la provincia se prepara una elección a medida, donde el oficialismo correrá con ventaja territorial y recursos, mientras se saca de encima a los socios incómodos.

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